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La sanjuanada
Indagar en el origen de la noche de San Juan es algo casi imposible. El nacimiento de esta fiesta se pierde en secretos insondables. El agua, el fuego, las plantas y los animales son los elementos con los que culturas diversas han celebrado el solsticio de verano. Sin duda, el mito de San Juan sigue siendo algo mágico y misterioso. San Juan es algo telúrico, donde se mezclan todos los elementos, tal como sostiene el catedrático Antonio Beltrán.
Los ritos son variados y en ellos se combina lo religioso y lo pagano. El fuego, símbolo de purificación, es el elemento más conocido y su presencia en Aragón procede del Levante. Durante el invierno y la primavera, hay hogueras por San José, San Fabián, San Sebastián o San Antón. Es tiempo de la siembra de los campos, de fecundidad y de promesa. San Juan es el fin de esa etapa. Comienza la cosecha y se culminan unos meses de ilusión y esperanza.
En Barbastro decenas de barbastrenses disfrutarán de las fiestas del barrio de San Juan. Como viene siendo habitual desde la creación del barrio, la fiesta giró en torno a la hoguera. La tradición dice que hay que tomar siete hojas de laurel bendecidas por el fuego y que ponerlas bajo el colchón durante todo un año para que se cumplan los deseos.
Pero no sólo en la capital del Vero se ha celebrado la Noche de San Juan. En el resto de localidades del Somontano se ha venido realizando lo que se denomina ‘sanjuanada’, de similar forma que la popular de la ermita de Cillas, en la Hoya de Huesca, pero con sus características propias que las diferencian de las demás celebraciones en la noche de San Juan. Ya lo recogió Pedro Arnal Cavero en la década de los años 40:
[…] Habrá que ir ta sanjuanada, reminiscencia de ritos árabes. En las fuentes, en las acequias y en los riachuelos se lavarán bien pies, cara, nuca y manos estas gentes montañesas, el mocerío y os jovenzanos de poco calitre, pero ha de hacerse la extraordinaria ablución en el momento de salir el sol; antes o después no tiene eficacia el agua de San Juan y si tienes picueta (viruela), el agua milagrosa borrará las huellas que fan fea cara. Además […] se vey a rueda de Santa Catalina que lleva el sol cuando s’asoma por Sierra d’Asque. En los prados, en los huertos y en el césped cubierto de rocío miran con unción y asombro ese fenómeno corriente de las «glorias» que sólo ven el día de San Juan en su obsesión sanjuanista y tradicional. Y tal vez los pastores de la sierra, como hitos en las cumbres del silencio, contemplarán su sombra gigantesca y deformada en las nubes que se arrastran por los picachos […].
Los pueblos hacen suyas tradiciones antiquísimas y con un trasfondo sobrenatural. Estamos en una época de globalización. Sin embargo, el rito permanece. Folclore, fiesta, religión, tiempo, tierra, encuentro, cambio… Éstas y otras muchas razones se esconden bajo las brasas de las hogueras de San Juan. La noche se acerca.