Por el Mesón al castillo de Los Santos

RUTA EN COCHE Y A PIE

El camino de la reconquista

Visita una de las pocas torres de comunicación que quedan en pie en Aragón. Este complejo defensivo fue construido en el s. XI y abandonado en el s. XIII y se conserva en pie, encaramado en la roca. Mil años nos contemplan.

Cómo llegar

La aproximación hasta él debe hacerse por una pista de tierra que comienza en el barrio de los Meleses (está indicado) y que lleva al Mesón de Sevil pasando por San Pelegrín. Recomendamos un coche todo terreno. En el Mesón de Sevil dejamos el vehículo. Atravesaremos la valla y continuaremos ascendiendo por el único camino existente (en dirección norte). A unos 10 minutos tomaremos otro camino ancho que hay a la izquierda y que nos llevará en 15´ hasta un vértice geodésico (Cap d´Acreu). Desde este punto descenderemos por la ladera de la montaña desprovista de arbolado. Tras salvar un desnivel muy importante alcanzaremos la cara norte de un farallón rocoso que da sombra al Tejo. En su cara sur se localiza el pequeño Castillo de los Santos.

El castillo de Los Santos

Se trata de una construcción defensiva abandonada desde el siglo XIII, probablemente construida antes de la toma de Alquézar (1064). La torre que sigue en pie, es una torre vigía del paso desde Alquezar hacia Boltaña pasando por Morcat, que enlazaba ópticamente con otras dos torres: con Arraro, en la falda de Guara, y Naya. En su entorno tanto por debajo como por la cota más superior quedan vestigios de un pequeño asentamiento conocido como La Iglesia.

En su retorno hacia el mesón, hay que estar pendientes puesto que es fácil pasar de largo la iglesia del cementerio de Los Santos, una ermita románica de la que aun se aprecia unos tres metros de ábside, semi oculta entre la maleza, al pie del camino. Aquí hubo enterramientos antropomorfos, aunque en varias prospecciones ha sido imposible localizarlos.

Un tejo milenario

Es uno de los árboles más viejos de la Sierra de Guara y tambíen es una de las especies más escasas en la zona pues necesita de lugares húmedos, frescos y umbríos. No debe confundirse con los abetos. Este árbol vive a la sombra de una gran pared rocosa, pues no precisa de una fuerte insolación y ha motivado que no se haya desarrollado tanto en altura pero sí el grosor del tronco. En estas montañas muchos hombres trabajaron duramente en los comienzos del siglo XX para producir carbón vegetal, pero supieron respetar a este singular árbol. No corrió la misma suerte otro tejo que vivía junto a éste, pues fue talado en los años 50 para hacer de su tronco una mesa en la que cortar carne en una carnicería de la zona, ya que su madera es muy resistente, compacta y escasamente se astilla.

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